Denominamos encasquillamiento o interrupción a todo hecho que provoque la “interrupción” del normal funcionamiento del arma, impidiendo el tiro.

Con cierta frecuencia, que durante la realización de los ejercicios de entrenamiento y coincidiendo con los primeros disparos, se suelen producir interrupciones en el funcionamiento del arma.

Algunos departamentos se han visto obligados a crear comisiones técnicas de investigación ensayando con distintos modelos de armas y municiones para tratar de eliminar el problema.

No es necesario entrar en detalles sobre las consecuencias que una interrupción puede acarrear para la supervivencia en un enfrentamiento a corta distancia pero sí conviene analizar detenidamente este tipo de incidentes para, al menos, concienciar a los Instructores en esta materia de la necesidad de conocer e incluir en los programas de enseñanza las habilidades necesarias para la detección previa de los factores de riesgo que provocan estos fallos, así como las formas de resolución.

La causas mas frecuentes son:

Averías en los sistemas de percusión y expulsión de nuestra arma.
Defectos de los cartuchos propiciados por el fabricante o armero.
Defectos de los cartuchos propiciados por los hábitos de manipulación del tirador.
La falta de firmeza en la sujeción del arma.
A lo largo del presente artículo trataremos de analizar estas interrupciones y la forma de subsanarlas.

Defectos de los cartuchos propiciados por el fabricante o armero.

Durante las prácticas de tiro no son pocas las ocasiones en que se detectan problemas de alimentación en las pistolas, estando motivadas, en este caso, por defectos físicos de la munición.

El cartucho es un grupo de componentes ensablados entre si. Teniendo en cuenta que cualquiera de estos componentes puede tener defectos de fabricación o ensablado, nos podemos encontrar con multitud de factores que pueden hacer que el cartucho no cumpla con las especificaciones para su buen funcionamiento produciendo interruciones.

Ejemplos:

Alteración de las propiedades de la carga de proyección.
Alteración de las propiedades del agente iniciador.
Deformación del cartucho, taco, bala, proyectil, etc..
Defiiencias en el ensamblaje.
Otros…
Defectos de los cartuchos propiciados por la manipulación del tirador.

Cuando un cartucho es repetidamente introducido en la recámara durante las operaciones de carga, puede sufrir alteraciones que afectan a su longitud, impidiendo a posteriori una correcta alimentación.

Cartuchos con longitud alterada por manipulaciones de carga y descarga.

El alargamineto y el acortamiento.

La primera modalidad aumenta la longitud total del cartucho.

La otra forma es totalmente contraria: acorta la longitud total del cartucho, por la inserción forzada del proyectil hacia el interior de la vaina.

Por culpa de ambas malformaciones pueden sufrirse muy serias y peligrosas interrupciones durante la secuencia de tiro.

El mero hecho de que los cartuchos permanezcan un excesivo espacio de tiempo en los cargadores y en la recámara, y a la vez en sus fundas, ya es motivo de desgaste. 

La inercia a la que está sometido el cartucho ubicado en la recámara puede favorecer, a la larga, el alargamiento por deslizamiento del proyectil (efecto de la gravedad). Carreras, saltos, caídas, movimientos bruscos, etc., también ayudarán a ello.

La continua exposición al sol, al frío, a la humedad, a la lluvia y, en general, a las inclemencias del tiempo, afectará negativamente al mantenimiento general de la munición.

Las armas y los cargadores de los profesionales de la policía, de la milicia o del sector privado de la seguridad, están expuestos durante años a todos estos cambios y circunstancias.

El acortamiento de la longitud del cartucho se produce por el continuo choque del proyectil contra la rampa de alimentación de la recámara. Esto será más frecuente en según qué tipo de armas. 

Tampoco hay que despreocupar la limpieza y el mantenimiento del arma y la buena conservación y calidad de la propia cartuchería.

Para evitar estas alteraciones métricas existen varios remedios básicos y generales:

Cambiar con cierta frecuencia la munición de los cargadores, sea o no sea utilizada en maniobras de manipuleo.
Para practicar la alimentación del arma o la resolución de interrupciones, siempre deben emplearse cartuchos inertes o aliviapercutores. De este modo se anula la posibilidad de una descarga involuntaria y se evita fatiga innecesaria a los cartuchos cargados.
 

Defectos propiciados por la falta de firmeza en la sujeción del arma.

La falta de firmeza en la sujeción del arma constituye otra razón para el fallo en la alimentación en el segundo disparo, aunque suele combinarse con otras circunstancias, como apoyar el dedo pulgar de la mano izquierda (caso de diestros) sobre la corredera, muelle de cargador fatigado, falta de lubricación entre otras.

Determinados empuñamientos pueden provocar fallos de funcionamiento si no se encuentran bien mecanizados por el tirador.

No es buena idea estirar los muelles del cargador para darles “tensión”. El efecto que se consigue es el contrario.

Este incorrecto empuñamiento también conocido como “muñeca flácida” provoca que durante el retroceso, el arma no encuentre la adecuada resistencia, lo que a su vez resta inercia a la corredera impidiendo que ésta complete el recorrido hacia atrás y pueda posteriormente empujar el siguiente cartucho hasta la recámara.

En ocasiones el empuñamiento débil es debido a una postura forzada de tiro provocada por la situación de enfrentamiento, a lo que se suman los efectos del estrés sobre el tono muscular y en el empleo generalmente de una sola mano, para hacer fuego.

La desproporción entre el tamaño de la mano y la empuñadura, un agarre incorrecto del arma cuando se desenfunda con rapidez y las armas con armazón de polímero, que requieren mayor apoyo durante el retroceso, también son probables fuentes de problemas.

Posibles causas de interrupción en el funcionamiento de un revólver  ¿Cómo solucionarlas?

 
   
 
 Dejando a parte las causas intrínsecas o mecánicas que pueden dar lugar a interrupciones y que se tratarán en su momento, nos vamos a referir en esta entrada a las “causas extrínsecas”,es decir las debidas prinipalmente a la munición.
 
En lo que a la munición de un revólver se refiere la primera consideración que hay que tener en cuenta, obviamente, es que en el arma sólo se debe usar la original para la que fue creada en fábrica.
 
 Esta es una recomendación general, pero vamos a comentar ahora algunos casos particulares y concretos.
 
Las posible interrupciones por causas extrínsecas que pueden darse en un revólver suelen ser debidas principalmente a la munición, como ya se ha dicho,sin contar las que puedan provenir de la falta de limpieza,el abandono y el deterioro por el uso y el paso del tiempo.
 

 
La interrupción mas común es cuando accionas el disparador, percute la aguja y no se produce el disparo.
 
Para subsanarlo procederemos del siguiente modo:
 
Dejar pasar entre 15 y 30 segundos con el arma apuntando a un lugar seguro.
Pasado este tiempo y extraes el cartucho para evitar que este explote en el interior de arma.
Teniendo en cuenta que el cartucho en mal estado es peligroso en si, hacer entrega del mismo a un armero para que proceda a  su desmontaje de forma segura cunato antes.
Si no se puedes extraer, apuntando en todo momento a un lugar seguro incluso con el tambor abierto, entregar el arma al armero para que este proceda a su extraccción y desmontaje.
 
Otra interrupción frecuente es una vez agotado el tambor, encontrar una vaina que no sale al descargar pulsando la varilla extractora:
 
Para subsanarlo el modo de proceder es sencillo:
 
Con el tambor abierto introducir un boligrafo por la parte delantera de la recamara, forzando a la vaina a salir.
 

Interrupciones en una pistola, ¿Cómo solucionarlas? 

Son varias las modalidades de interrupción que una pistola puede sufrir durante una sesión de tiro, y también pueden ser varios los motivos que las originan, tanto en un entrenamiento como en un tiroteo real. Existen, por tanto, diversas formas de solventar las interrupciones para devolver al arma a la situación de fuego.

Las interrupciones se pueden estudiar según el origen de las mismas.

Principalmente se deben a fallos mecánicos del arma, a fallos de alimentación y a fallos de la munición; si bien algunos de estos problemas pueden ser causados directamente por una acción involuntaria del propio tirador.

Cuando la interrupción se produce a causa de una avería, es muy difícil alcanzar una rápida resolución, incluso cuando se produzca durante una práctica.

No obstante, con un buen entrenamiento guiado profesionalmente, cualquier traba podrá ser solucionada con cierta diligencia, aunque no tanto la tara o rotura mecánica.

Las averías no se producen con frecuencia. Pero cuando ocurren suelen ser debidas a problemas en el sistema de percusión, extracción o expulsión.

La subsanación de una de estas averías es muy complicada de llevar a cabo de modo inmediato. Suele ser precisa la intervención de un mecánico armero o de un manitas.

Las interrupciones casi siempre vienen provocadas por la munición: por una mala alimentación del arma (a veces, como ya se dijo antes, propiciada por el tirador) o por una mala expulsión de la vaina, causada, generalmente, por problemas en el cartucho.

En este mismo texto veremos, por separado, las deformaciones o alteraciones que se producen en la cartuchería cuando los usuarios ejecutan malas 

Acerrojamiento incompleto

La interrupción más sencilla de solucionar puede ser la que llamaremos acerrojamiento incompleto.

Este mal acerrojamiento, u obturación incompleta, se produce casi siempre que el tirador acompaña la corredera (carro en algunos países) en su recorrido de avance al tiempo de alimentar la recámara. 

Los instructores, para evitar esto, suelen hacer hincapié en que la corredera se debe dejar avanzar con toda la fuerza que proporciona el muelle recuperador.

En este caso, el mecanismo que interviene es el interruptor o desconector de disparo.

Al hallarse parcialmente abierta la corredera (mal obstruida) este mecanismo impide que se pueda producir el disparo. 

Un débil empuñamiento durante el tiro también favorece este problema.

El consumo de munición en mal estado o con poca fuerza (escasa de carga de proyección) también puede dar origen a este tipo de interrupciones.

Cuando el cartucho disparado carece de potencia, éste, mediante la vaina, no empuja hacia atrás la corredera con energía suficiente como para que alcance su posición más retrasada. La corredera, sin este completo recorrido, no se cierra y, por tanto, no obtura sus mecanismos.

Ante una interrupción, de este tipo:

Lo primero que hay que hacer es sacar el dedo del interior del arco guardamonte.
Cuando esta interrupción se produce, la recámara queda entreabierta dejando ver levemente, por la ventana de expulsión, la parte trasera del cartucho allí alojado.

Por tanto, la recámara queda incompletamente alimentada.

Para dejar el arma presta en condiciones óptimas de disparo:

Dar un seco y brusco golpe sobre la parte trasera de la corredera.
Si el arma cuenta con martillo externo, es mejor golpear la zona más alta del carro (cerca del alza).
Así se consigue que la corredera avance unos milímetros y complete el cierre y sellado de la recámara. 

En cualquier caso, este golpe se debe aplicar con la palma de la mano de apoyo, también llamada débil, en dirección “alza a punto de mira”.

Si tras dos intentos (dos golpes secos con la mano) no se consigue obturar el arma, se recomienda lo siguiente:

Extraer el cargador
Tirar de la corredera para sacar el cartucho o la vaina que quedó mal alojada en la recámara (tirar dos o tres veces para garantizar la operación).
Volver a introducir otro cargador o el mismo que se extrajo si es que aún contiene munición, y montar la pistola.
 

Fallo de disparo

Durante algunos entrenamientos se produce, por cosa de las prisas y los nervios, una mala introducción del cargador en su alojamiento. De producirse esto, la corredera no podría arrastrar el primer cartucho del cargador hasta la recámara, al avanzar para alcanzar la obturación.

Por ello, tras cerrarse la corredera y presionarse el disparador, no se produciría disparo alguno. La recámara se hallaría vacía, porque ningún cartucho pudo ser depositado en ella.

Otra incidencia muy similar a la anterior puede ser aquella en la que estando correctamente introducido el cargador, éste se libera mediante la presión accidental de su retén.

Presentada tal incidencia, el cargador se descolgaría unos milímetros por la zona de carga. Cuando esto se produce, no siempre es detectado con celeridad. La situación es, desde ese instante, idéntica a la que vimos anteriormente. En el primer caso el cargador no estaba bien insertado, y aunque en el otro supuesto sí estaba correctamente alojado…, quedó involuntariamente desactivado.

Es de muy fácil solución:

Golpear el cargador con energía hacia el interior del arma, tras lo cual nada más que restaría volver a montar la pistola. 
Si el arma contase con seguro de cargador, mecanismo no recomendable en armas destinadas a tareas de seguridad y defensa, el cartucho alojado en la recámara no podría ser disparado debido a la incompleta introducción del propio depósito de munición.

Otra modalidad podría ser aquella en la que se presiona el disparador y, aun ocupando un cartucho la recámara y el cargador en su alojamiento, no se produce el tiro.

En estos casos el problema puede provenir de defectos en la munición o de una avería en el sistema mecánico de percusión. 

Si estamos ante la opción mencionada en segundo lugar, la resolución será muy complicada in situ, pues casi siempre se requerirá de las manos de un armero, amén de precisarse, normalmente, de piezas nuevas de recambio. 

Si por el contrario nos encontramos con un problema del cartucho, salvar la interrupción sería cosa sencilla:

Bastará con tirar hacia atrás de la corredera y dejarla avanzar por sí sola.
De este modo se consigue extraer el cartucho defectuoso que ocupaba la recámara, mientras que a la par se vuelve a alimentar con el cartucho que ocupaba el primer lugar en el cargador.

Fallo de expulsión

Este fallo aparece, casi siempre, por el mal estado de la carga de proyección del cartucho o por insuficiencia en la propia carga propelente. Cuando tal caso se produce, la vaina suele quedarse en el interior de la recámara, aun cuando el proyectil haya sido expulsado por la boca de fuego. Cabe la posibilidad de que la munición se encuentre en perfecto estado, pero que el mecanismo de expulsión y/o extracción del arma estén averiados o hayan fallado.

También puede darse el caso de que la recámara esté ocupada por un cartucho entero y percutido, el cual, por fallo de la cápsula de ignición (o de la pólvora), no ha desembocado en el deseado disparo. Esta interrupción fue analizada, párrafos atrás, en los supuestos de fallo de percusión, pero vuelvo a incluirla en este punto por compartir el mismo método de resolución.

Puede ocurrir que la vaina quede atrapada, ya tras el disparo, entre la corredera y la parte anterior del cañón, o pillada en la propia ventana de expulsión sin permitir el cierre del arma. En este caso se puede comprobar muy rápidamente, con un vistazo, que la pistola está interrumpida por el casquillo incompletamente expulsado.

Solventar una de estas interrupciones es una tarea rápida y fácil de llevar término.

Una vez detectado el problema, solamente hay que girar el arma hacia el lado de la ventana de expulsión para facilitar, posteriormente, la caída de la vaina hasta el suelo (por efecto de la gravedad).
A la vez que se practica el giro, hay que tirar hacia atrás de la corredera.
La vaina, con esta última maniobra, queda desprendida.
Tras ello, al avanzar nuevamente el carro hacia delante, se introduce un nuevo cartucho en la recámara (siempre que todavía quede al menos uno en el cargador).
Ni que decir tiene que esta maniobra, como cualquier otra, hay que efectuarla dirigiendo la boca de fuego hacia una zona de no riesgo.

En caso de tener que solventar la interrupción en el transcurso de un enfrentamiento, el cañón debe quedar dirigido hacia el agresor. Si se produjera una descarga involuntaria, un tiro escapado que decimos en el argot, la bala volaría en dirección al enemigo, con lo que, con suerte, se reduciría el riesgo de lesionar a inocentes.

Los agarres débiles, suaves o flojos, a nivel de la empuñadura, también provocan muchísimos contratiempos de alimentación. En tales supuestos, tras disparar con la mano-muñeca floja, la vaina del cartucho disparado podría quedar trabado, interrumpiendo el avance de la corredera. Por consiguiente, la nueva alimentación no se podría culminar.

 
Doble Alimentación

Este supuesto es, con total seguridad, el que presenta más complejidad a la hora de lograr su resolución. La doble alimentación se produce cuando un cartucho queda alojado en la recámara durante la secuencia de tiro mientras otro, a la par, trata de acceder a la misma (a la recámara), sin que ello pueda ser posible por hallarse ya ocupada. Esto provoca la inutilización momentánea del arma. Un caos temporal, pero que puede resultar definitivo.

Esta imagen superior se muestra lo que sucede cuando falla la extracción en una pistola. La vaina permanece en la recámara después de haberse efectuado el disparo. La corredera recogió otro cartucho del cargador e intentó introducirlo en la recámara. Esta interrupción se conoce como doble alimentación.

También podría producirse el disparo y que la vaina, durante el retroceso (buscando la expulsión), se desenganchara de la uña extractora quedando nuevamente alojada en la recámara. Esto supondría un grave inconveniente, porque mientras esto estuviese sucediendo… otro cartucho estaría intentado ocupar también la recámara.

Otras veces será el tirador quien, por no tirar completamente de la corredera hacia atrás al extraer el cartucho, dejará la bala alojada mientras que en el avance incompleto de la corredera otra (bala) esté tratando de llegar al mismo sitio, o sea, también a la recámara.

Es frecuente ver que cuando se detecta una interrupción de acerrojamiento incompleto, principalmente por acompañamiento del carro, el tirador trata de solventarla tirando de la corredera en vez de golpearla hacia delante. Esto puede dar pie, también, a una doble alimentación.

La maniobra que devuelve el arma a situación de tiro es la más laboriosa de cuantas se han analizado aquí, hasta el momento.

Una vez detectada la interrupción: con la mano de apoyo tenemos que extraer el cargador (con energía, con un tirón).
Tras ello hay que tirar enérgicamente de la corredera (dos veces, para garantizar la extracción del cuerpo alojado en la boca de carga).
A la par que se hace lo anteriormente descrito, hay que girar el arma lateralmente hacia el lado de la ventana de expulsión.
Incluso se podría tener que volcar la pistola, por la ventana, en dirección al suelo (esto dependerá del tamaño del hueco de expulsión).
Finalizada la maniobra, el cartucho o la vaina que ocupaba la recámara debería haber caído ya al suelo, pudiendo insertarse nuevamente el cargador.

Únicamente restaría montar de nuevo el arma, para que el primer cartucho que asoma por sus labios del cargador se introduzca en la boca de carga, por acción del arrastre de la corredera en su recorrido de avance

Todas estas manipulaciones pueden realizarse con bastante rapidez, pero requieren de entrenamiento guiado por instructores avezados. En una situación real de confrontación armada todo resulta bastante más dificultoso que en la galería. Lo que en el campo de tiro resulta fácil y cómodo, en el momento crucial del “a vida o muerte” puede convertirse en una tarea imposible de llevar a término.

El Tap-Rack-Bang (TRB)

De nombre onomatopéyico, esta técnica ofrece la posibilidad de devolver el arma, con garantía y seguridad, a la situación de fuego.

Permite solventar, rápida y eficazmente, casi todas las modalidades de interrupciones estudiadas en los párrafos precedentes. Las dos únicas trabas que no pueden ser resueltas con el TRB son la de la doble alimentación y la de acerrojamiento incompleto.

Es cierto que cada tipo de interrupción tiene una manera directa de subsanación, pero ello requiere que el tirador advierta, suficientemente, ante cuál de las modalidades se encuentra.

Para discernir esto habría que consumir cierto tiempo en observar el arma, pensar y decidir cuál de las técnicas conocidas se va a usar, y luego ejecutarla.

Todo esto puede hacerse durante un entrenamiento (invertir el lapso), pero es un lujo del que no siempre se disfruta en una acción real.

Ante tales situaciones hay que simplificar. 

El nombre de la técnica TRB nace del sonido que provocan las siguientes maniobras.

Golpe a la base del cargador: Tap
Tirar de la corredera hacia atrás para expulsar una vaina o un cartucho alojado en la recámara, o incluso un casquillo atrapado en la ventana de expulsión, y liberar el carro para alimentar nuevamente la recámara con otro cartucho: Rack
Finalmente, el sonido del disparo que la interrucción impedía: Bang
La filosofía de esta técnica consiste en que en el momento que se accioné el disparador y no se produzca el disparo, el tirador haga uso de la TRB sin demora de tiempo, aun cuando no sepa la causa concreta de la interrupción, descartada previamente la doble alimentación y el acerrojamiento incompleto. O sea:

Golpear el cargador hacia dentro, por si se trata de una mala alimentación por alojamiento incompleto del cargador.

Arrastrar la corredera y posteriormente liberarla por si hubiera una vaina o un cartucho alojado en recámara (extraería el cuerpo allí instalado).
El arma, tras esto, quedaría nuevamente cargada. Puede que la pistola esté incluso sin alimentar por error u olvido, pero tras las manipulaciones descritas quedaría presta para el fuego.

Finalmente, siempre que no se esté ante una doble alimentación o un acerrojamiento incompleto, y si aún existen cartuchos en el cargador, ya se podría producir el bang, que es el resultado pretendido: el disparo.

Todos los supuestos expresados son fácilmente reproducibles durante los entrenamientos. Se pueden simular encasquillamientos en las sesiones de tiro en seco y en las de fuego real. Para ello se deben emplear cartuchos dummys o aliviapercutores, los cuales, debidamente mezclados en el cargador con cartuchos reales, provocarán interrupciones en la secuencia de tiro. Igualmente producirán interrupciones los cartuchos débilmente recargados, pero estos también pueden propiciar accidentes: proyectiles encajados en el interior del tubo-cañón.

 
Circunstancia poco estudiada

Para acabar, no quiero sustraerme al impulso de recordar que el cuerpo humano experimenta una serie de cambios biológicos y neuro-psicofisiológicos autónomos que afectan positiva y negativamente al comportamiento del organismo, cuando se perciben acciones hostiles graves. Algunos de los puntos más negativos son la pérdida de capacidad cognitiva y de habilidad motora digital. Meditar sobre qué tipo de maniobra hay que realizar, para luego llevarla a término, será algo muy complicado en tales condiciones de descontrol emocional.

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