Procedimientos de seguridad en el manejo de perros.

Procedimientos de seguridad en el manejo de perros.

Las normas de seguridad interesan a todo el personal relacionado con el perro de trabajo.

La importancia de estas normas aumenta cuanto mayor sea el número de perros que manejamos.

Son los jefes de las unidades los responsables de implantar las normas de seguridad y de asegurarse de que se pone en práctica un programa de seguridad eficaz. Corresponde a los guías de perros y al resto del personal auxiliar manipular y utilizar a los perros cumpliendo las medidas de seguridad.

Merecen atención especial el cumplimiento de las normas de seguridad que originen lesiones personales.

Aunque los perros, sobre todo los detectores, están adiestrados para ser tolerantes, esto no es siempre así, es preciso que los guías se cuiden de que sus perros no adquieran actitudes agresivas contra las personas de forma indiscriminada. Dado que hay varios métodos para enseñar a un perro a ser tolerante, no hay excusa para poner a trabajar a un animal agresivo. Las prácticas de seguridad deben empezar a aplicarse al entrar en la perrera y continuar por todas las instalaciones donde se adiestre al perro durante todo el día de trabajo.

No todos los perros son iguales, el guía debe conocer las características de su perro, y cuándo puede resultar peligroso; en definitiva, en qué situaciones se deben extremar las medidas de control. 

Cuando tengamos que manejar un perro que no es nuestro, preguntaremos por sus particularidades, poniendo especial cuidado en las situaciones en las que hemos sido prevenidos.

 Si manejamos un animal particularmente agresivo, siempre usaremos el bozal.

Revisaremos su correcta colocación, el estado del collar y de la traílla, comprobando el correcto estado de los mosquetones.

Siempre estará en la zona un ayudante supervisando la sujeción del perro, listo para intervenir en caso de agresión. Se debe intentar que el ayudante no esté visible para el perro para no ser visto como una amenaza.

Los tipos de consecuencias que puede provocar el manejo negligente o inadecuado de los perros son tres:

– Accidentes de tráfico. Cuando un perro se escapa, la probabilidad de ser atropellado es muy elevada.
– Mordeduras. Las que se producen a las personas son las más graves, no solo por las lesiones que originan, sino por la mala imagen que se genera; deja de ser un elemento de seguridad para convertirse en una amenaza.
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Procedimientos de seguridad en el manejo de perros.
 Mordisco en una pierna
 

Las mordeduras entre perros, que son más frecuentes, se deben por lo general, no solo al mal manejo de los perros, sino que son como consecuencia de la incapacidad del guía de observar e interpretar las señales de amenaza que su perro hace a otros. Estas señales de amenaza se dan en perros que, con un cierto carácter de dominancia, quieren jerarquizarse entre sus congéneres.

– Roturas de material o mobiliario.
 

La seguridad en la perrera y sus alrededores

Las perreras son la zona que, en un centro de adiestramiento de perros, se dedica al descanso de los perros, en ellas no debe haber actividades que perturben el descanso, limpieza o alimentación de los perros.

Todo el personal debe ser consciente que las carreras, golpes, gritos, etc., perjudican a los perros.

Los guías y el personal auxiliar cuando tenga que desplazarse con un perro por la zona de las perreras, siempre usará la traílla, lo más corta posible. Esta se cogerá con la mano derecha a la altura de la cadera, haciéndose un lazo en la muñeca y colocando la mano izquierda cerca del mosquetón.

Se tendrá especial cuidado en cumplir las siguientes normas mientras se permanezca en la perrera o en sus alrededores:
 

  • El recinto donde se encuentran los perros debe estar vallado y todas las entradas y salidas estarán cerradas.
  • Los pestillos de seguridad de los caniles estarán siempre cerrados.
  • Los guías deben ocuparse de un solo perro. Nunca se manejará más de uno a la vez.

Cuando un perro esté suelto por el interior de las instalaciones se procederá de la siguiente manera: 

  • El primero en observar al perro suelto gritará: «Perro suelto». La voz de alarma la repetirá hasta que todo el personal de las inmediaciones se dé cuenta de lo sucedido.
  • Al oír la alarma de perro suelto, todo el personal se quedará quieto y sujetará en corto a los perros que estén trasladando o manipulando.
  • El guía de ese perro se dirigirá hacia él llamándole por su nombre hasta conseguir su atención. Lo sujetará mediante la traílla.
  • Cuando el guía del perro no está presente, el más próximo al perro será el que lo sujete. Si no se dispone de correa, el ceñidor o un cinturón es una buena solución.
  • Cuando dos o más guías circulen con sus perros, lo harán de tal forma que sus perros no contacten entre sí o puedan tocar a los otros guías. Por lo general, a la medida del brazo más la traílla sumaremos un metro, es decir, nos mantendremos a un mínimo de 3 m del resto de los guías y perros.

Los guías, cuando estén desplazándose con su perro y observen a personas distraídas en su camino, avisaran que el perro está próximo usando la voz: «perro se acerca». Si el binomio va a entrar o salir de una zona en donde pueda haber otras personas, avisará de su llegada o salida gritando: «perro sale», «perro entra», o lo que proceda según cada situación.
 

Lugares públicos y de adiestramiento
 

Durante la fase de socialización de los perros, y posteriormente durante el adiestramiento, deben estar en contacto con los más variados ambientes a los que les podamos exponer. En todos estos ambientes se presentarán situaciones donde el perro va a estar próximo a otras personas, vehículos y entrará en contacto con numerosos lugares y situaciones que pueden ser un riesgo.
 

El control del perro debe ser tan rígido como sea necesario para asegurarnos la ausencia de accidentes. A medida que el guía conoce al perro más seguro estará de sus reacciones, pero en ningún caso debe de confiarse.
 

Los procedimientos de seguridad que seguiremos en los lugares públicos son:
 

Se mantendrá una distancia de 3 m entre binomios y el resto de personal. Para acercarse a otro guía con perro o a una persona, el guía sujetará en corto al perro y avisará de que se está acercando. El perro mientras esté hablando lo colocará tumbado.
 
Los instructores y guías elegirán los lugares más idóneos para el adiestramiento, evitando, cuando no sea necesario, la presencia de personas o movimientos de vehículos.
 
El guía se mantendrá de pie o sentado con su perro, pero nunca se tumbará en el suelo.
Desde el suelo es difícil controlar al animal.

Si no se conoce perfectamente el comportamiento del perro cuando está atado, el guía no lo sujetará con la correa de cuero, el perro puede romperla en pocos segundos. Si el perro va a estar atado sin vigilancia usaremos la cadena metálica. 

Es muy peligroso sujetar al perro a un objeto móvil o de poco peso (el perro puede arrastrarlo). No los ataremos a vehículos, puertas, macetas, sillas, etc.

Las caricias a los perros, si no son de su guía, solo formarán parte de su adiestramiento en las especialidades detectoras. Para el resto se evitará que estas se realicen. En los perros de SYC y en los de guarda y centinela pueden provocar un accidente o disminuir su agresividad.

Durante el adiestramiento de los perros se evitará cualquier tipo de distracciones. Solo el personal autorizado estará presente.

Cuando no forme parte de su entrenamiento o del ejercicio que en ese momento se esté entrenando, se reprimirá cualquier indicio de agresión hacia las personas u otros perros.

Los perros solo estarán sueltos cuando por necesidades de adiestramiento sea necesario. En todos los desplazamientos y manejos el guía sujetará al perro por la traílla.
 

La tendencia instintiva de los perros sueltos es jerarquizarse. Cuando están en adiestramiento, las posibilidades de mostrar su dominancia sobre los demás están más limitadas. Los guías deben saber cómo reaccionan sus perros frente a los demás, y así prevenir las peleas.

Cuando se están peleando dos perros, lo ideal es que sus guías sean los encargados de separarlos, si no están presentes, serán los guías más experimentados los encargados de hacerlo. Cuando un perro muerde a otro, si tiramos de la traílla podemos favorecer que se desgarre la herida.

Para evitar una pelea de perros debe seguirse el procedimiento siguiente:

Perros con las traíllas puestas.

– Los dos guías mantendrán tensas las correas.
– El guía del perro que tiene el mordisco fijo mientras mantiene la correa sujeta en corto y tensa con una mano, con la otra agarra la garganta del perro apretando lo más fuerte posible para evitar la entrada de aire; en cuanto el perro suelte al otro intentando respirar, los guías separaran a un perro del otro.
– En ocasiones, un cubo de agua arrojado sobre los perros, o el uso de agua a presión resuelve la pelea.
– Podemos también usar un extintor o una pieza metálica que tiraremos con fuerza para provocar el mayor ruido posible.

Perros sin traíllas.

Debemos intentar sujetar al perro por la piel de la nuca. Cogeremos la mayor cantidad de piel de la nuca posible con una mano, con la otra mano apretamos la garganta del perro para cortarle la entrada de aire. En el caso de que el perro lleve el collar puesto, le usaremos para sujetarle en vez de la piel de la nuca.

El procedimiento a seguir en el caso de que el perro muerda a otra persona y no la suelte es el mismo.

Cuando el guía conoce a su perro va a ser capaz de saber cuándo este está agresivo y cuando puede morderlo. El procedimiento para evitar el mordisco del perro propio es sujetar la correa cerca del mosquetón. Levantamos las patas delanteras del perro y extendemos al máximo el brazo para alejar al perro. Si este manejo se hace con energía y se acompaña de una voz fuerte y áspera, el perro se sentirá dominado y no atacará a su guía.

Otro sistema de evitar ser mordido por el propio perro es «volarlo». Haremos girar al perro por el aire alrededor nuestro con ayuda de la traílla.

En la clínica veterinaria

Cuando el perro no ha sido convenientemente socializado, y la aceptación de las manipulaciones y exploraciones del veterinario no forman parte de ella, los perros asocian la clínica veterinaria con una experiencia traumática. En la clínica veterinaria, posiblemente puede haber recibido inyecciones, exploraciones molestas, curas, etc.

El guía se tiene que dar cuenta si su perro se muestra nervioso cuando se acerca a la clínica.

En ocasiones muestra miedo e intenta alejarse. Cuando esto ocurra, el guía tranquilizará al perro con su voz, si es necesario aumentará la presión sobre él, debe estar muy alerta y mantener un control estricto del perro.

La principal medida de seguridad es el uso del bozal, de tal forma que el perro siempre entrará en la clínica con bozal. Este, junto con el uso de la correa, permite controlar al perro.

Mejora el manejo del animal si después de cada maniobra que realice el veterinario el guía le felicita. Al finalizar la consulta es conveniente que el perro reciba una «golosina», de esta forma su último recuerdo es placentero.

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